Así llamaba a esta carta (durante las primeras ediciones de GLOW!) con la que tengo el privilegio de dirigirme directamente a ti. De mi corazón al tuyo.  ¿Por qué? Así cerrábamos una edición, reconociendo que este final, era el, sí, el principio de algo mejor. Es decir que ¡tras lo leído viene lo bueno! Tras la reflexión, la acción. 

Después le llamamos “Mi lujo personal”. Ese fue el punto de partida de la creación de la revista (de hecho, es lo único que viene escrito en la primera portada de la historia, que puedes ver ahorita, justamente, tras la portada).

Mi lujo personal… Entendámoslo bien: en el segundo en el que descubrimos que el lujo máximo (lo demás es decorativo) es vivir apasionada, genuina y bondadosamente… ¡wow!, o mejor dicho, ¡glow!, se ve, se genera la luz. Y los milagros suceden.

¿Por qué entonces, hablando de un final, estamos cerrando un ciclo que nos puso a todos a temblar? No eres el único que pasó por un desajuste emocional (por decir lo mejor). Mi amor, lo dije hace mucho y hoy nuevamente, con la experiencia bien fresquita lo repito: la vida se va a encargar de hacer (por nuestro bien) lo que somos incapaces de realizar, ya sea por miedo, por comodidad o porque simplemente le neceamos a darnos cuenta de la realidad.

Ayer en la radio lo dije: hay que aprender a decir “sí” con todas las ganas. Y también “no”, con la misma seguridad sin olvidar la elegancia (dentro de lo que cabe porque la mayoría no lo recibe bien). Y ahí está el error, tanto para quien evita negarse, como para quien recibe la negativa. 

El “sí” nos puede acarrear muchos “no” como consecuencia. El “no” nos puede regalar demasiados “sí”. 

¡Ah, pero qué necios somos a veces! Hablaré en primera persona, responsabilizándome de mis propios hechos (seguro te identificarás): quiero tener feliz a quien me rodea, sonriente. Según yo, eso significa decirle siempre que sí. Y no.

Dar, entregarse, ayudar. Necesario y obligatorio (al menos in my book, como se dice en inglés). Pero, ¿y luego? 

“La belleza real es el equilibrio entre bondad y fuerza. La humildad engrandece, pero hay que saber exigir, no por superioridad sino por amor”. 

Sabiduría de mis ancestros que propone, por amor propio (por ende, al cosmos) amar de forma bonita, en equilibrio, con respeto. 

Siento que, al igual que hace 15 años, estamos volviendo a nacer. ¡Y tú también! La revista está leída, literal y metafóricamente hablando; es decir, la experiencia está vivida. ¿Qué vamos a hacer ahora?