LINA: Hace 15 años platicábamos tú y yo de la importancia de creer en una misma y de hacer realidad eso que vivía en nuestros corazones. Los años transcurridos han agregado experiencias a esa pasión que sigue siendo un ingrediente importante para nuestra existencia. 

CAROLINA A. HERRERA: Sin duda. Ahora añadiría el no tener miedo; es decir, no importa fallar, eso es parte del aprendizaje, de la enseñanza. 

LINA: ¡Exacto! Justamente lo que el miedo quiere es que no fallemos con el pretexto de que no triunfaremos, entendiendo lo anterior como avanzar, no obtener un “premio”. 

CAROLINA: Hay que dejar el ego a un lado, y los miedos son el ego disfrazado de duda: ¿si fallo o si no sale bien? son las preguntas que no permiten atreverte. Mi papá me decía: “Si no tratas, es seguro que no vas a llegar”. Estos años que mencionas han sido prueba de que nunca hay que permanecer en una zona de confort. 

LINA: Carolina, hoy estás celebrando el cumple de tu hija, y quizá venga al caso mencionar que cuando somos chiquitos, le entramos a todo. ¿En qué momento le damos importancia a eso que nos podría llegar a detener, a frenar?

CAROLINA: Yo creo que cuando te juzgan por algo, cuando te empiezas a dar cuenta que si eso está bien o aquello está mal, cuando “eso se debe hacer” y lo otro no. Por ejemplo, en el colegio escribimos un ensayo y nos dicen que no está bien, entonces podemos confundir la gramática con el contenido del mismo, la forma y el fondo. Ahí comienza la confusión y nace el miedo. 

LINA: Sí, tienes razón y comenzamos a juzgar al otro y a uno mismo.

CAROLINA: ¡Ah, bueno! Juzgarse a uno mismo es fuertísimo, porque eso es casi una constante. 

LINA: Sí, y normalmente de una manera injusta y dura, ¿no?

CAROLINA: Sí, demasiado. Esa es otra cosa: no juzgarse tanto a uno mismo también puede ser un gran aprendizaje que me han dejado estos 15 años.   

LINA: Hace ratito me compartiste una lección de vida que te dio y que te sigue dando tu padre. Hay otra pregunta obligada, querida, porque a mí me consta cómo poco a poco tú te has construido a nivel personal y a nivel profesional de una manera única. Tanto tú como yo tenemos, y gracias a la vida, el ejemplo, la fortaleza, la tenacidad y la creatividad de una mamá que ahí está con nosotras y que nos ha permitido brillar con luz propia. Otra vez, por favor, compártenos alguna lección de vida de tu mami.

CAROLINA: Mira, yo creo que algo importante es que nunca ha querido que seamos un clon de ella. Eso es superimportante para que podamos hacer las cosas a nuestra manera, sobre todo ser como queremos, sin comparaciones. Yo nunca he tenido miedo y nunca me he comparado. Cuando me comparan, me entra y me sale por el mismo oído. Me parece algo muy importante no querer hacer de tus hijos pequeños tus “tús”, y, por el contrario, dejarlos volar. Siempre he creído que cada persona debe tener un mundo propio y bastante fuerte para que no te afecte todo lo que la gente juzga para bien o para mal, para no tener falsas esperanzas de los demás y de uno mismo. Se trata de tener los pies en la tierra para saber rodearse de gente que te conoce, que te quiere de verdad; es decir, que te dice lo bueno y lo malo. 

LINA: Hay otra cosa que vi en ti el día que te conocí, cuando se inauguró la boutique en Madison Ave… ¿Fue en el 2000 o 2001?

CAROLINA: ¡Oh, wow! Yo con las fechas soy terrible, terrible, terrible. 

LINA: Creo que era el 2001, pero lo importante es que nos conocimos por la mañana; tú estabas sentada en el sillón rayado cuando nos presentaron. Ambas éramos las únicas en Converse. 

CAROLINA: ¡Ah, mira! Pues justo ahora tengo puestos unos Converse… 

LINA: … Yo me los acabo de quitar porque recién llego a casa. No cabe duda, hay cosas que, de plano, no cambian (risas). A lo que voy es que siempre has sido sencilla, sin poses. HONESTA, así, con mayúsculas. 

CAROLINA: ¡Oh, my God! Sí, puede ser, ¿y sabes qué?, para bien o para mal. Es una virtud en la que trabajo a diario. 

LINA: Me puedo imaginar. Pero, a ver, siempre acompañas esa forma de ser con amabilidad, talento, inteligencia y sensibilidad. ¿Cómo le haces?

CAROLINA: ¡Es un gran cumplido! Lo cierto es que trato de ser así con mis hijos, con mi familia, incluso conmigo misma. Cuando “meto la pata” también me observo y digo: “Vamos a ver…” y analizo.  

AROMA A COMPLICIDAD, A EVOLUCIÓN

LINA: Claro. Ahora, tengo que hacer una analogía natural con respecto a tu propia vida y también a la vida de esas creaciones que tú nos has regalado, que son fantásticas fragancias que han trascendido en el tiempo. Me voy a ir un poquito al pasado (hay que hacer estos viajes de vez en cuando, ¿no crees?) a ese día que habíamos mencionado: nos conocimos también porque presentabas una deliciosa fragancia que, además, significa (hasta ahora) un código de acceso a una vida muy tuya: 212. Hasta el día de hoy, toda la franquicia 212 sigue siendo atractiva, moderna, tanto para quienes la vimos nacer, como para las nuevas generaciones. ¿Cómo rescatas, cómo das valor a una esencia aromática y, al mismo tiempo, logras que su propia esencia no se pierda, pero que sí evolucione y se adapte a nuevos tiempos?

CAROLINA: Es una excelente e importantísima pregunta, porque cuando creamos una fragancia, nuestra meta es que perdure en el tiempo. Para eso también hay que trabajar con ingredientes de calidad y maravillosos perfumistas. Nos inspiramos en lo que sucede en el momento, pero también pensamos en el futuro. Después está –y esto es muy relevante– el mensaje que queremos transmitir, que jamás caduque, porque pareciera que no queremos comunicar algo y la realidad es que ese es nuestro principal objetivo. Por ejemplo, 212 es el código de Nueva York, lo cual para nosotros significa inclusión, apertura a todas las culturas y religiones. Es el “you can” ante todo lo que te propongas. Juventud sin muros. 

LINA: ¡Qué belleza esto que acabas de decir! Y hoy, hablando de esa inclusión y de deshacernos de etiquetas (salvo las de la ropa), regresas con una entrega con la que, por un lado, nos estás obligando a las mujeres a ir un poquito más allá, no nada más  por la forma del sexy frasco (un stiletto totalmente sofisticado y encantador), sino porque nos obligas a cuestionarnos esos roles de actitud que nos han
(im)puesto y que nos hemos puesto en torno a cómo debe ser una Good Girl, acertado nombre para la fragancia. 

CAROLINA: ¡Claro! Y si te pones a analizar eso, tiene que ver con 212, porque hablamos de esta mujer que puede con todo. Aquella que debe tener un poquito de sentido del humor, que no puede ser una falsa, sino picarona, divertida, que le pierde el miedo a ser un poquito naughty (traviesa). Otra vez volvemos un poco a “dejarnos ser” sin límite. Es como el Bad Boy, el chico pícaro que a todas nos encanta. Hay que ponerle ironía a la vida. 

LINA: ¡Amo esto que dices! Justo hablaba de este tema hace poco en redes sociales, inspirada en estas dos fragancias: Good Girl para nosotras y Bad Boy para ellos. Decía yo: se busca un héroe, un Bad Boy, un hombre dispuesto a entrarle a la vida con todo. El asunto como mujer es ofrecer lo mismo a cambio: una heroína, porque, al final, una Good Girl lo termina siendo, ¿no te parece?

CAROLINA: Claro, desde luego.

LINA: Por eso siempre me han fascinado tus fragancias, porque no son algo con lo que visto mi piel, sino con lo que me inspiro en la vida. Creo que hablo por muchas mujeres y hombres. Tus creaciones siempre han representado una actitud, una filosofía de vida.  

CAROLINA: Me haces sentir satisfecha.

LINA: Debes de estarlo, por supuesto. 

CAROLINA: Me gusta vestir la piel y cobijar el corazón, el alma, el intelecto. 

LINA: ¿Te digo algo? Hace 15 años, para la primera GLOW! de la historia tuvimos una charla telefónica porque no pudimos coincidir, sino hasta que la revista ya estaba impresa, igual que ahora. No creo en las casualidades… Se repiten las ganas de conversar, a pesar de la distancia física. Gracias, querida Carolina, la primera portada de GLOW!, la mujer que siempre tiene lecciones de vida que compartir. Y no puedo dejar de preguntarte algo haciendo alusión a la última sección de la revista, “Mi lujo personal”, en donde dejo volar mis emociones. ¿Cuál es el tuyo? Hoy, tu lujo personal es… 

CAROLINA: El tiempo para hacer lo que yo quiera, cuando y como yo quiera. Considero que hoy en día el lujo es tener tiempo, buscarlo y robarlo, para poder hacer esas cosas que me gustan.

LINA: Gracias, las más sinceras, por permitirme robarte un poquito de tiempo y por atreverte a robármelo también a mí. Es un privilegio brutal. 

CAROLINA: ¡Sigámonos robando el tiempo la una a la otra! 

LINA: : No sin antes decirte “gracias” con todo mi corazón. 

CAROLINA: ¡Ay, mi Lina linda! Gracias a ti. Un beso muy fuerte.

LINA: Nos vemos prontito de frente. Aquí te espero en México.